Reseña de A Man for All Seasons: un retrato caprichoso pero conmovedor de heroísmo silencioso el teatro
ALos villanos y traidores de la época Tudor abundan en Tomás Moro, un buen hombre que se atrevió a guardar silencio contra el rey Enrique VIII. Pero el juego de Robert Bolt demuestra que ser bueno puede ser igual de peligroso para la cabeza.
Esta obra de 1960, que nos lleva a través de los últimos años de More, tuvo un gran éxito en su época, fue trasladada a Broadway y adaptada al cine con Paul Schofield. La nueva producción itinerante de Jonathan Church es inteligente y atractiva, pero se siente como una obra de historia pasada de moda, un retrato conmovedor en algunas partes, pero aún así sumamente conmovedor, de heroísmo silencioso.
Cuando Moro se niega a apoyar el divorcio de Enrique de Catalina de Aragón (para casarse con Ana Bolena), la crueldad del rey se encuentra con el bien insociable del canciller, y este último inevitablemente se dirige al tajo.
Martin Shaw lo interpreta de manera más perfecta, aunque su actuación no es tan intrusiva como la de Scofield en la película de 1966. Comienza con un aire autoritario y un toque de locura, pero a medida que avanza la obra se vuelve más humildemente heroico, luce más maltratado físicamente pero, en última instancia, mantiene su integridad.
La historia se centra en los argumentos de Moro de que, como Lord Canciller, no podía conceder el divorcio a Enrique porque la ley de Dios sobre el matrimonio (a través del Papa) no podía ser anulada por las leyes creadas por el hombre. Hay engaños y manipulación por parte del antagonista central de Moro, Thomas Cromwell (Edward Bennet). “Mi seguridad reside en mi silencio”, dice More, pero Cromwell usa el silencio en su contra, quien lo llama una protesta traicionera, y los dos tienen buenas bromas verbales.
Cromwell fue un gran ejecutor y maestro de espías en ciernes, llamándose a sí mismo “la oreja del rey” y, sorprendentemente, un “zorro de dientes afilados”. Bennet es un buen matón, aunque Cromwell todavía no es el brillante supervillano de Wolf Hall de Hilary Mantle. Otros traicionan, como el increíblemente ambicioso Richard Rich (Callum Finlay) y su antiguo amigo Norfolk (Timothy Watson).
La segunda mitad es más conmovedora cuando se nos muestra el efecto de la posición de Moore en su familia. Aunque le hacen creer que está a salvo en su silencio, su esposa Alice (Abigail Cruttenden) y su hija Margaret (Annie Kingsnorth) temen lo peor. El último encuentro de la familia en la prisión de Moro dentro de la Torre es conmovedor y muestra el coste de su sacrificio para su familia.
Gary Willmott interpreta numerosos papeles cockney (mayordomo del páramo, desde Matthew hasta barquero, carcelero y verdugo), anunciando con picardía un nuevo papel cada vez. Su actuación es la que más brilla, incluso si simplemente proporciona un alivio cómico.
La escenografía de Simon Higlet evoca visualmente la época, con fondos oscuros con paneles de madera que resaltan los prístinos detalles históricos de los trajes. Pero el ritmo se ralentiza y las historias Tudor posteriores, más grandes y de movimiento más rápido, sobre el escenario y la pantalla cobran gran importancia.